El sueño de contar con una carretera que uniera al océano Atlántico con el Pacífico por el centro de Suramérica se hizo hacerse realidad tres décadas después de haberse soñado en ello.
Uno de los intentos por unir los océanos ocurrió cuando Brasil y Perú, en esfuerzo conjunto, abrieron vías para llegar a los lugares más lejanos. La distancia se iba a acortar cuando se colocara un puente sobre el río Puerto Maldonado. Sin embargo, la idea no se concretó, y los armatostes metálicos para dicha obra quedaron oxidados. Las vías, que durante la década del noventa serían mejoradas, nunca terminaron por ser transitables.
En el 2000, el presidente brasilero, Fernando Henrique Cardoso, convocó a la primera reunión de presidentes de América del Sur para lanzar la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). El objetivo: desarrollar la región en infraestructura de transporte, energía y comunicación.
Brasil cumplió su parte al pavimentar la vía hasta la frontera con el Perú, en la población de Cobija, que también limita con Bolivia. Nuestro país, sin embargo, presentó dificultades de presupuesto y adversidades que significaron la demora del proyecto.
Durante el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) se consiguió declarar la continuación de la Interoceánica del lado peruano como obra de necesidad pública. Se facilitó así la construcción; sin embargo, salieron a la luz las fallas de ingeniería y se generaron polémicas sobre si eran correctos los estudios de impactos ambientales y sociales.

Tras las disputas, debido a las exigencias de los pueblos del sur para que la vía pase por sus territorios, los trabajos se iniciaron en el 2006. Así, desde el punto conocido como Puente Inambari, la carretera se parte en dos brazos: uno que va al puerto en San Juan de Marcona, otro a los puertos de Ilo y Matarani, todos sobre el Pacífico.
Sin embargo, llegarían más problemas. Tras dos años, la inversión superó en un 50 por ciento de lo previsto: 1.200 millones de dólares. El entonces presidente Alan García, ya en su segundo mandato, acusó a su antecesor de haber timado al país, por lo que no encontró otra solución que anunciar la búsqueda de nuevos constructores. Empero, los contratos se mantuvieron. El Perú recibió del Banco de Desarrollo de América Latina un préstamo de 200 millones de dólares para seguir la obra.
Tras calmarse las aguas, García se aprovechó de la obra, que antes había cuestionado, inaugurando tramos y vías, como si fuera un gran proyecto suyo. "Sé que esta es una de las más grandes obras que mi gobierno podía hacer por el pueblo del Perú y por su futuro. Tal vez es la más trascendental y la más importante", dijo durante al cortar la cinta en el famoso puente sobre el río Madre de Dios, a la salida de Puerto Maldonado, en julio del 2010.
Una año después, la Interoceánica Sur de 5.404 kilómetros. De acuerdo con los últimos reportes, la obra superó los 2.800 millones dólares, para el lado peruano. (con información de Connectas.org). Fuente: Diario la Republica.
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